Muchas veces,nos preguntamos:¿ por qué los seres humanos y los seres vivos,somos tan diferentes unos de otros,aún cuando compartamos la misma existencia?.La respuesta,debemos descubrirla nosotros mismos,pero recordando siempre,que pertenecemos a un todo y que no somos,como nos hace creer el ego,seres que gobernamos el universo y las circunstancias.El cosmos,se rige por leyes,unos más visibles,sutiles o misteriosas,que otras,pero,al fin al cabo,existe un gran gobernante,cuya grandeza,eternidad,infinitud y bondad,nos supera ampliamente.Sin embargo,está presente en todo,en todos los seres,cosas de la creación,en sus esencias,que,a pesar de sus diferencias,llámesen físicas o mentales,estamos unidos por el amor inefable e infinito,de un padre y madre,hacia nosotros.Él está en nuestra alma,espíritu,ser o partícula divina y despliega su energía y fuerza,en forma patente o manifiesta,en el quehacer diario de todas sus creaturas,cuidándonos y protegiéndonos,orientando nuestra vida,a pesar de nuestros errores,frustraciones,dolores inevitables y sufrimento opcional.Él busca y encuentra,que seamos felices,agradecidos,obedientes y gocemos en la existencia,de sus bendiciones y generosidad,que,muchas veces ignoramos,por estar dormidos,inconscientes,alucinando,soñando el dulce y engañoso sueño que el ego nos hace percibir,por verdad.Dios existe,para todos y todas las creencias religiosas,pero su magnificencia,supera los límites,que nuestra mente y sentidos comunes podemos percibir.El absoluto,gobierna el universo y dimensiones,de la cual es parte integrante y,de la cual,lo somos todos los seres de la creacíón,también.Todo es uno y ese uno es todo.
Dios es demasiado grande,para estar en una sola religión.Él ama las distinciones de credos,respetando las culturas y pueblos,según su ideosincracia,como a sí mismo,las diferencias existentes,aún, entre las personas,en cuanto al concepto y percepción,única e inrepetible,que cada ser vivo tiene de Él. Ahí radica,precisamente,su magnificencia y dadivosidad.En dotarnos a todos de variedad de ser.Por esta razón,se hace,indispensable y necesario,ver a Dios,con los ojos de la espiritualidad,es decir,transcender y ascender,más allá de las límitaciones mentales,sensoriales y egoicas,que sólo la consciencia particular y universal,es capaz de proporcionar,cuando hacemos el trabajo interno,que se hace visible,en el diario vivir,amando a Él,por sobretodas las cosas,seres vivos,personas y,aún, nosotros mismos,para luego amarse uno y amar a los semejantes,como uno mismo.Expresando ésto,en la existencia terrenal,ya sea en la esfera: personal,familiar,social,universal,dimensional,natural y divina.Convirtiéndonos,en embajadores del bien,con nuestros actos diarios.En seres altruistas,bondadosos,amables,compasivos,clementes y perdonadores,empezando con nosotros mismo y,luego,con los demás.
Cuando vivamos,en medio del amor universal,incondicional y crístico,búdico o iluminatorio,habremos encontrado el camino correcto,en la trayectoria,actitud y percepción divina,que nos desbordará en dicha,paz mental y gozo permanente.Compartiendo nuestra plenitud,en el dar a los demás,sin prejuicios o fronteras de ningún tipo.¡Namasté!.
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